jueves, 9 de mayo de 2013

UNA OPORTUNIDAD PARA ESTEBAN

 El día transcurre apacible. Había sido un largo invierno nunca antes experimentado por Esteban en Terry Town. El invierno vivido no solo le produjo dolor de ojos y de cabeza constantes sino desespero y frustración por el encierro forzoso, producto de la nieve acumulada, la cual, hacía dificultoso el simple acto de caminar. Pero hoy no. Hoy el trinar de los pájaros, el suave calor de la brisa marina en primavera hacía renacer nuevas esperanzas. Hoy voy a tener suerte y trabajaré en lo que salga, pensaba Esteban mientras permanecía parado junto a otros jornaleros en esa esquina de Terry Town donde los contratistas solían conseguir mano de obra barata para trabajos de construcción y pintura. Las horas transcurrían y Esteban seguía esperando por una oportunidad mientras miraba la casa de enfrente, lúgubre, deprimente, y con un letrero en el jardín de "Se Remata". Sin duda el propietario perdió los ahorros de toda su vida, perdió sus sueños de tener casa propia y en esa situación están millones de personas en este maravilloso país, decía, Esteban, mientras observaba, que ocasionalmente llegaba una que otra camioneta y las personas más jóvenes eran quienes más demanda tenían. Esteban no solo se enfrentaba a un alto desempleo sino que también estaba en una situación de desventaja: La edad. Mientras esperaba ahora sentado en el andén no dejaba de pensar en el dinero que hoy no ganaría y que su familia en Medellin necesitaba.Y se acordaba de su primo Raúl quien se vio obligado a regresar de España pues no tenía con qué comer. Fue positivo haber enviado suficientes euros, antes de la crisis, para comprar una casa en Pereira.  Allí pese al desempleo, trabajaba recogiendo a los campesinos que salían a la carretera principal con bultos de fruta y verduras de la vereda hacia le mercado de la ciudad.Mucho mejor que estar en España desempleado, y sin lugar a dudas, mejor que esos Españoles que El conocía y que lo perdieron todo. Empezando por su jefe quien tenía una compañía de construcción y ahora a duras penas sobrevivía. Pensando en Raúl, Esteban ya empezaba a sentir hambre. Hoy, había sido otro día perdido, sin generar ingresos. No hay de otra que hacer cola en el Soup Kitchen y ahora mismo para no quedarme sin el lunch, decía mientras se dirigía a ese lugar donde personas voluntarias servían comida caliente no dejaba de sentirse incómodo pues El siempre había trabajado para permitir, que ahora, después de todo lo vivido, resultara en esa situación de dependencia. Era humillante. Después de comer se dirigió a la biblioteca. Afortunadamente la biblioteca pública estaba abierta así que podía entrar y leer algo o simplemente sentarse y esperar hasta las 6 de la tarde hora en que la cerraban. Le gustaba el anterior horario pues después de las 9 de la noche salía directo al Shelter donde podía dormir por tres dólares. Pero por problemas de presupuesto los horarios los habían recortado y le angustiaba el pensar que sin trabajo y sin la posibilidad de ir a una biblioteca la vida se le iba hacer más complicada de lo que era. Sin duda, lo más hermoso que tenía la ciudad eran sus bibliotecas. Sin una biblioteca abierta no sabría a donde ir pues la habitación que tenía la tuvo que entregar porque no tenía los 350 dólares que pagaba mensuales con derecho a un TV y a cocinar. Y ahora entre las 6 y las 9 de la noche para no tener que encerrarse en ese lugar frecuentado principalmente por personas con problemas de alcohol y drogas tenía que arreglárselas para ir a un pequeño parque cuando no hacía frío o llovía. En caso contrario, la estación del tren era la mejor opción.
Esteban al igual que su primo Raúl aprovechó la bonanza antes de la recesión. Había comprado vivienda y la tenía libre de préstamo bancario. Eso era una gran ventaja. De no mejorar la situación, sin duda, haría lo mismo que su primo. Regresar y trabajar en Colombia. además la economía colombiana, según leía,  estaba mejorando y aunque no podía llegar a buscar trabajo porque a su edad en Colombia era considerado un adulto mayor por no decir viejo, sí podía conseguirse el dinero necesario con qué comer. Al fin y al cabo la riqueza para mi no consiste en cuanto tengo sino en cuanto necesito para vivir. Lo que más le preocupaba era quedarse sin dinero para pagar los servicios o comprar lo necesario. Pero pensar así era no tener fe. tenía que pensar que podía trabajar por su cuenta. Y antes de regresar, ahora que tenía todo el tiempo del mundo, debía empezar por erradicar esa mentalidad de empleado. No era fácil cambiar de actitud porque "el mientras tanto" fue una expresión que Esteban utilizó para justificar el hecho de no tener un trabajo permanente. Sólo trabajos temporales para cumplir con ciertas obligaciones económicas. El mientras tanto se convirtió en un permanente aplazamiento. Esa expresión justificó siempre que no tenía que comprometerse hoy pues lo importante vendría después. Mientras tanto, trabajó lavando platos en Manhattan en invierno y en el verano pintando casas o como ayudante de construcción. Ahora con la recesión, la construcción no generaba los mismos empleos y los propietarios de vivienda preferían pintar ellos mismos sus casas o, cocinar, que ir a comer a restaurantes. El panorama no podía ser más desolador para El. Si la economía americana no se recuperaba en el corto plazo no tendría más opción que regresar. Y parecía ser, según algunos economistas, que para que la economía recuperara sus niveles de crecimiento y empleo se necesitaban 5 años más y para Esteban, dadas sus circunstancias económicas, era mucho tiempo. Al fin y al cabo Medellín es el mejor vividero de Colombia.
Mejorar la calidad de vida fue lo que motivo a Esteban a abandonar a Medellín. Al menos eso era lo que el decía para darse contentillo. Pero su esposa percibía a través del lenguaje empleado o lo que expresaba su rostro cuando utilizaban la video-llamada, que lo que al principio fue una simple preocupación ahora era una profunda resignación. Así El hablara de amaneceres y esperanzas y que ya no podía seguir sosteniendo la caña. Por eso la última vez que hablaron Ella le dijo que debía regresar, que ya había hecho demasiado y que lo único que iba a conseguir era enfermarse.

De nuevo me dirijo a la iglesia en busca de alimento después de haber agotado la mañana sin lograr concretar ningún trabajo. Pero en vez de sentirme triste, siento que todo el peso que soportaban mis hombros por tanto tiempo, hoy, ha desaparecido. Siento una sensación de alivio y no ya ese complejo de culpa que me atormentaba. Observo el campanario,las columnas dóricas, e imagino cuántas personas observaron lo mismo y hoy están bajo tierra. Y no quiero morirme aquí, lejos de mi familia, de mis hijos. O sufrir un accidente haciendo esos trabajos tan peligrosos que sólo las personas como Yo se atreven hacer como subirse al techo de una casa sin las mínimas garantías de seguridad. En verdad he jugado con mi vida. Y mi esposa tiene razón:¿Qué podría acontecer si enfermo? Sin seguro médico,es una forma de endeudarse. Lo que menos deseo en este momento. Y si no que lo diga "El Parcero", con quien solía trabajar en construcción. La esposa llamó al servicio de emergencias porque pensó que le estaba dando un infarto. Ahora tienen una deuda de más de 15.000 dólares. Y estuvo de buenas que salió con vida porque a veces en los hospitales experimentan con nuevas drogas o nuevos procedimientos quirúrgicos. Tal vez no me suceda lo mismo. Pero la epidemia de diabetes me puede ya estar afectando por el estilo de vida que llevo y el tipo de alimentación que consumo. Lo que como todos los días en la iglesia, para no acostarme con hambre, son enlatados y demasiadas harinas. Y la enorme fila que hay que hacer para entrar al comedor me indica que son demasiadas las personas desempleadas en este país supuestamente con un nivel superior de vida a cualquier país latinoamericano. No todas las personas que comen aquí son como Yo. Hay personas profesionales pero desempleadas; personas recién egresadas de la universidad, con deudas de miles de dólares; o propietarios de vivienda, que lo perdieron todo. En otras palabras, las personas que comen aquí, son personas estafadas por los bancos que prestaron irresponsablemente sin el más mínimo control del gobierno, estudiantes ingenuos quienes creyeron que, ir a la universidad era una buena inversión,  y quienes se sienten engañados por un sistema educativo que no innova, que es repetitivo, y que no sirve para encontrar un trabajo decente, y por último personas como Yo, viviendo una forma de desplazamiento, y quienes con falsas expectativas y sin documentos legales para trabajar, tratamos de pasar el agua. Está decidido: Regreso a Colombia porque las oportunidades de progreso material y espiritual ya no existen.